La desgastante lucha entre Toledo Y la UAS y la obligada intervención Del candidato Miguel de la Madrid Destacado

Escrito por  Jorge Luis Telles Salazar Nov 02, 2020

= El objetivo: arrancarle a la UAS sus escuelas preparatorias

= Jorge Medina Viedas, la figura central por la Universidad

= De la Madrid sofocó el fuego, dos meses antes de su visita

= Chumel Viedas, presidente del PRI, un valioso interlocutor

= Aquellos días de las imponentes manifestaciones de la UAS

 

Jorge Luis Telles Salazar

 

Primeros días de diciembre de 1981:

El conflicto entre el gobierno del Estado – representado por Antonio Toledo Corro – y la Universidad Autónoma de Sinaloa, cuyo rector es Jorge Medina Viedas, se encuentra en su momento más álgido, ante la cercanía de las fiestas de Navidad y Fin de Año y la inquietud de la comunidad universitaria, estrangulada económicamente por la falta de cobertura de sus salarios a lo largo del año, a consecuencias de este enfrentamiento, que ha polarizado a la opinión pública de toda la entidad.

Miguel de la Madrid ya es el candidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de nuestro país. Incluso, ya está en campaña y Sinaloa figura entre los Estados a visitar durante las primeras semanas de 1982. De la Madrid, sin embargo, no quiere llegar a una entidad en conflicto y comienza a gestionar una solución a un problema eminentemente político, trabado durante todo el año, ante lo cerrado de los posicionamientos de las partes en pugna.

Toledo Corro, apoyado por el presidente José López Portillo, pretende cercenarle a la UAS sus escuelas preparatorias. Jorge Medina, el rector, está dispuesto a morir por la causa y su batalla, además de frontal, se convierte en directa y personal contra el gobernador de Sinaloa.

A su vez, Jesús Manuel Viedas Esquerra es el presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional y es también familiar cercano a Jorge Medina Viedas (primo hermano), con quien, además, mantiene una muy buena relación, en lo personal. Por eso el equipo de Miguel de la Madrid lo elige como su interlocutor con el rector, en la intención de llegar a acuerdos satisfactorios, antes de la visita a nuestro Estado.

Bajo esta circunstancia, una tarde de aquellas, Viedas Esquerra recibe una llamada telefónica de Manuel Bartlet Díaz, secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y responsable directo de la campaña de Miguel de la Madrid, quien estaba enterado, por supuesto, de que el gobernador de Sinaloa la había jugado “por otro lado”, como dicen en política.

-El candidato – le dice – desea que ponga usted en contacto al delegado del partido con el rector de la Universidad. Hoy mismo si es posible.

Ese delegado del CEN del PRI en Sinaloa es Mario Vargas Saldaña, un veracruzano, chaparrito, con huellas de muchas batallas políticas; mal hablado, huraño, soberbio y habitualmente de mal humor. Los buenos modales no eran precisamente su especialidad. Tampoco ganaría, jamás, el concurso para el Rey de la Alegría en el carnaval de su natal Veracruz.

-Ya hablé con el rector -le contesta Viedas a Bartlet apenas diez minutos después -; lo recibirá en su casa, hoy a las 5 de la tarde.

-Muy bien mi presidente, encárguese del asunto.

-Correcto, señor secretario general; pero oiga: quiero decirle que yo tengo el deber moral y la obligación institucional de informar de esto al señor gobernador.

-Usted no se preocupe de nada. El señor gobernador ya está al tanto. Tranquilo.

Aún así, Viedas insiste en contactar con el gobernador Toledo; pero por alguna razón no tiene éxito en sus llamadas telefónicas. Preocupado y todo, una vez que se aproxima la hora convenida, sale del edificio del PRI acompañado por Vargas Saldaña, rumbo al domicilio particular de Jorge Medina, en la sección Ríos, del fraccionamiento Las Quintas, al Oriente de la ciudad. El rector ya los espera a la entrada de su casa, una vivienda de dos plantas, típica de la clase media. Se introducen al domicilio, solo ellos dos -Vargas y Medina - mientras que Viedas Esquerra (conocido como “Chumel” entre la clase política) espera en el umbral, atendido por la esposa de Medina Viedas, la señora Dolores Armienta.

La reunión termina en cosa de diez minutos y salen los dos de la casa; Jorge Medina le notifica a su esposa que va en ese momento a la ciudad de México y le pide el primer saco al alcance de su mano, como único equipaje. Vargas Saldaña, a su vez, le solicita a Chumel Viedas “nos lleve ahorita mismo al aeropuerto”. Ya en la terminal aérea, Mario Vargas indica a Viedas Esquerra dirigirse directamente a la zona de hangares, donde ya los espera, motor rugiente, un pequeño jet del Estado Mayor Presidencial, a bordo del cual vuelan directamente a la capital del país, para sostener, esa misma noche, un encuentro con el propio candidato del PRI a la presidencia de nuestro país.

Casualmente, solo hasta entonces, el gobernador Toledo Corro regresa la llamada a Jesús Manuel Viedas, de quien recibe una información que lo enfurece notablemente por el resto de la tarde:

-Señor: se fueron a México.

-¿Cómo que se fueron a México? Y usted ¿Qué chingados hizo para detenerlos?

-Pues me dijeron que usted ya estaba informado…

-Que informado ni ¡qué madres! Que se reunirían sí; pero no que se irían en chinga a México.

Y le colgó.

Como resultado del extrañamiento, apesadumbrado, molesto, preocupado, Jesús Manuel Viedas regresa a sus oficinas en el Comité Directivo Estatal del PRI, donde redactar su renuncia a la presidencia del PRI-Sinaloa, “por lo que pudiera ofrecerse”. El documento, sin embargo, lo mantuvo todavía por espacio de un año en su maletín. Solo hasta entonces, ya en 1983, se la hizo buena Toledo Corro.

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En realidad, la embestida contra la Universidad Autónoma de Sinaloa – la que el gobierno suponía, bajo el control total del Partido Comunista Mexicano, la Corriente Socialista, el Partido Mexicano de los Trabajadores y otras organizaciones de izquierda – había comenzado tiempo atrás. Técnicamente desde los días en que Antonio Toledo Corro había sido “destapado” como candidato del PRI al gobierno de la entidad.

Era toda una estrategia basada en la proclama de que a partir del primero de enero de 1981, el gobierno del Estado se haría cargo de la educación media superior en Sinaloa, razón por la cual las escuelas preparatorias de la UAS deberían pasar al control del Estado, lo que repercutiría, por supuesto, en severos recortes presupuestarios a la centenaria institución.

Precisamente fue por eso que, como candidato, Toledo Corro se entrevistó en diferentes ocasiones con el entonces rector, ingeniero Eduardo Franco (en la ciudad de México). de quien recibió, invariablemente, una respuesta de carácter negativa, categórica y concluyente.

Sin embargo, el rechazo a las intenciones del gobierno federal y estatal no amilanó a Toledo, quien siguió adelante con su plan y procedió a enarbolar, como bandera de campaña, la necesidad de implementar una nueva Ley de Educación para Sinaloa, con un solo objetivo central: la creación de un sistema único de escuelas preparatorias para la entidad, mismo que se convirtió, con el paso del tiempo, en lo que es hoy el Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa.

Toledo Corro anunció su ley justo en su acto de toma de posesión en el viejo cine “Diana” de esta ciudad – con la asistencia del presidente José López Portillo y con el rector de la UAS, Eduardo Franco, entre los invitados especiales -; pero, al mismo tiempo, la universidad inició una heroica resistencia, con todo y el congelamiento de los subsidios, lo que implicó, por lógica, la suspensión de pagos a trabajadores universitarios, así como al total de los proveedores de nuestra máxima casa de estudios superiores.

En el transcurrir de esos primeros meses del sexenio toledista, las posturas se endurecieron y aquello se convirtió en una lucha sin cuartel y para muchos sin sentido. De hecho, solo entendida políticamente por quienes conocían el verdadero objetivo del gobierno federal, que tenía a su punta de lanza en el gobernador de Sinaloa.

Así, en junio de 1981, Jorge Medina Viedas asumió la rectoría de la universidad – con David Moreno, como secretario general – y entonces el posicionamiento de la UAS se radicalizó aún más: vinieron días tremendamente difíciles, caracterizados por impresionantes movilizaciones estudiantiles, que desembocaban invariablemente en Palacio de Gobierno, donde Toledo Corro permanecía impasible, ante las acaloradas expresiones procedentes de la atiborrada explanada de la sede del Poder Ejecutivo Estatal. “Aquí, en este elefante blanco – gritaba Jorge Medina con admirable determinación – donde la razón se convierte en cerrazón…”

Para entonces, las discrepancias, inclusive, ya habían provocado la renuncia del doctor Fernando Uriarte a la secretaría de Educación Pública y Cultura del Gobierno del Estado, bajo el argumento de no simpatizar con la política de estrangulamiento financiero a la UAS y para ya despachaba un nuevo titular: el doctor Mariano Carlón López, quien en el fondo -y aquí entre nos, también simpatizaba con la causa universitaria.

En suma, el enfrentamiento UAS-Gobierno del Estado no solo había polarizado ya a la opinión publica del Estado sino que también ya había dividido marcadamente las opiniones, incluso entre las más renombradas figuras del PRI – Francisco Labastida Ochoa, con sitio asegurado en el gabinete de MMH y Ernesto Millán Escalante y Juan Millán Lizárraga, en las ternas para el Senado de la República -, cosa que alcanzaba ya niveles preocupantes en las más altos niveles de la política nacional, donde ya se daban los toques finales a la postulación de Miguel de la Madrid.

Y así fue, entonces, como Miguel de la Madrid, ya candidato, se vio forzado a intervenir (contra la opinión del presidente López Portillo) si bien no para ponerle fin al conflicto, de una buena vez, cuando menos si para tranquilizar a nuestro Estado, uno de los primeros puntos de su recorrido político como candidato del PRI a la presidencia de nuestro país.

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Febrero de 1982:

Aquel viaje a la ciudad de México en diciembre solucionó parcial y temporalmente, el conflicto UAS-Gobierno del Estado, aunque el acoso continuó a lo largo de todo el sexenio con los tres rectores con los que necesariamente tuvo que interactuar Toledo Corro: Eduardo Franco, Jorge Medina Viedas y Audomar Ahumada Quintero.

De cualquier modo, con la normalidad recuperada en Sinaloa, Miguel de la Madrid realiza una tremendamente exitosa gira por Sinaloa, tanto así que el acto principal (Obregón y Zaragoza, a un costado de lo que es hoy el Casino de la Cultura) es recordado como el de la mayor concentración política en la historia de nuestra entidad. Hay todo un río humano, impresionante, desde la calle Zaragoza hasta el boulevard Emiliano Zapata, con vallas extendidas a lo largo de esta rúa hacia el Poniente, hasta la avenida Nicolas Bravo. Por ahí transita el candidato a su llegada al Estado y su satisfacción es más que evidente.

Un gran trabajo del PRI-Estatal, indiscutiblemente; pero con el apoyo absoluto y decidido, del gobernador Toledo Corro, quien sobrevuela la concentración a bordo del helicóptero de una empresa particular. El gobernador también está feliz. De la Madrid, ciertamente, no era su “gallo”, ni por asomo; pero la institucionalidad y el quehacer priista es algo que el llamado “Tigre de las Cabras” domina a la perfección. La carta de ATC era Javier García Paniagua, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del partido tricolor.

En general, todo el programa elaborado para Culiacán, camina a la perfección.

Al mitin central de la campaña por Sinaloa, le sigue una reunión de trabajo del Instituto de Estudios Políticos y Sociales del PRI (IEPES), que se desarrolla en las instalaciones del gimnasio del DIF-Estatal, para dar paso a una comida en la Isla de Orabá, con bases, cuadros directivos y los integrantes del Estado Mayor del candidato presidencial. En la mesa principal está Miguel de la Madrid, Manuel Bartlet Díaz, Mario Vargas Saldaña, Jesús Manuel Viedas Esquerra y en ese momento los principales actores de la vida política de Sinaloa. Ajustes de tiempo y reuniones privadas, es la agenda para las horas de la tarde.

En un momento dado, Manuel Bartlet se pone de pie; se acerca a Viedas y le dice sigilosamente, casi al oído:

-El candidato desea entrevistarse con el rector hoy por la noche. Tiene que ser algo no solo discreto, sino estrictamente reservado. Hemos pensado que sea en su casa (la de Viedas) a las 21. 30 horas. El rector deberá llevar un solo acompañante: el abogado general de la Universidad.

-Tengo que comentarlo con el gobernador – replica Viedas, débilmente.

-No se preocupe – contesta Bartlet -, el señor gobernador ya está debidamente informado. Usted solo encárguese del asunto y tranquilo, mi presidente. Ahí nos vemos, a las 9: 30.

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(Finalmente, la Universidad Autónoma de Sinaloa logró mantener sus escuelas preparatorias, aunque con serias limitantes presupuestales. Y el gobierno del Estado, por su parte, arrancó e hizo crecer su red estatal de escuelas preparatorias, base para lo que es hoy COBAES, situación que algunos analistas interpretaron como un empate técnico entre la UAS y Toledo Corro. La verdad es que no fue así: aún los más cercanos al entonces gobernador coincidieron en que aquello fue una derrota política, no solo para ATC sino también para el presidente López Portillo, quien se vio obligado a ceder ante la demanda del candidato presidencial que él mismo había impuesto apenas meses atrás. Hay que dejar claro que aunque la universidad comenzó a recibir sus participaciones presupuestales mes a mes – de las cuales el gobierno del Estado solo aportaba un 2. 5 por ciento -, el acecho en contra de la centenaria institución se mantuvo a lo largo del sexenio, con frecuentes escaramuzas en ambos frentes. Cada 15 de septiembre, en el acto del Grito, Toledo Corro era abucheado sonoramente por miles de universitarios que, desde el edificio central de la UAS (donde también tenían su grito, una hora antes) se trasladaban, con esa finalidad, a la explanada de Palacio de Gobierno. La relación cambió radicalmente con Francisco Labastida, quien, después de mucho tiempo, se convirtió en el primer gobernador en visitar el campus universitario, con sobradas muestras de afecto, de parte de la comunidad. De entonces a la fecha, existe una relación más allá de lo institucional: fraternal y de colaboración entre Estado y Universidad).

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Modificado por última vez en Lunes, 02 Noviembre 2020 15:13