Si a nivel nacional las autoridades no han logrado contener la pandemia ya a niveles insospechados, en el estado la situación cada vez alarma más ante la impotencia de las autoridades. Dicho de otra forma: cada vez se enferman más personas por coronavirus y cada día mueren más personas que el día anterior y como si no pasara nada.

Mientras que 114 nuevos pacientes se integraron a la lista de casos confirmados de coronavirus este viernes, la estadística de casos sospechosos en un día superó ya, por vez primera, la barrera de los 2000 desde que se presentó el fenómeno de la pandemia en nuestro estado.

Los datos arrojados por la estadística presentada por la Secretaría de Salud en Sinaloa este viernes, revelan que en estos momentos hay 1 mil 628 casos activos, también una cifra récord, pero sobre todo preocupante, dado el índice de letalidad del 15 por ciento que tiene el virus en Sinaloa, pero también implica que cada vez se ocupan más camas hospitalarias para atender a los pacientes.

En este aspecto, el reporte señala que Mazatlán agregó este viernes 40 nuevos pacientes, Culiacán 35 y Salvador Alvarado 20. Mientras que las defunciones alcanzaron ya 852 casos, 17 de ellas registradas ayer, lo que permite proyectar que la próxima semana Sinaloa estará llegando a las mil muertes por Covid-19, manteniendo al estado en semáforo rojo por la alta incidencia de contagios y defunciones.

Estremecedor o no, esto implica que lo peor del coronavirus está por venir, que el pico más alto de los casos de contagios como defunciones no se ha alcanzado y Sinaloa está entre las situaciones más críticas y quizás por esto, el propio secretario de Salud, Efrén Encina Torres, ha evitado las preguntas de la prensa en los últimos días.

Sólo para el análisis, basta considerar que desde el 1 de junio, son mucho más los nuevos pacientes que día a día se incorporan a la lista de contagiados, que los pacientes recuperados que han logrado derrotar al Covid-19. Esto hace que crezca aceleradamente el índice de contagios activos, todo un reto para la capacidad hospitalaria y un viacrucis para los familiares de los pacientes que en muchas ocasiones no saben a dónde llevar a su enfermo y otros más evitan internarlos en los hospitales públicos porque creen que ya no saldrán vivos de allí.

Esa es la verdad.